Kuboraum es una marca de gafas nacida en Berlín y elaborada en Italia que rompe con los códigos establecidos del diseño óptico. Su enfoque experimental combina arte, cultura e introspección en cada pieza.
Kuboraum fue fundada en 2012 en Berlín por tres italianos con perfiles tan distintos como complementarios: Livio Graziottin (artista plástico), Sergio Eusebi (antropólogo) y Antonio Pincin (ingeniero). Su intención no era crear una marca de gafas convencional, sino concebir máscaras. No para ocultar, sino para revelar: gafas como extensión del rostro, como zona de fricción entre lo interno y lo externo, entre el que mira y el que es mirado.
Ubicado en una antigua oficina de correos berlinesa, el estudio funciona como un espacio híbrido: taller de artista, laboratorio de objetos y núcleo de investigación identitaria. La rudeza del hormigón, las huellas de la Guerra Fría y los volúmenes vacíos amplifican una producción que rechaza toda norma industrial. Berlín no es un simple decorado, sino un motor estético y político.
Frente a esa radicalidad urbana, la artesanía italiana aporta el contrapeso: precisión en los gestos, exigencia en los materiales, cultura de la lentitud. Esta tensión entre polos opuestos da forma a la identidad de Kuboraum. El resultado no son productos para el mercado, sino fragmentos de identidad: piezas irreductibles a una tendencia, un público objetivo o una estrategia comercial. Cada montura es una escultura a escala facial; cada colección, una exploración antropológica sobre cómo elegimos mostrarnos.
El lenguaje visual de Kuboraum se impone sin rodeos. Aristas marcadas, volúmenes contundentes, asimetrías deliberadas: cada montura se presenta como una microarquitectura del rostro. Algunas piezas muestran texturas quemadas, superficies martilladas, irregularidades metálicas o grabados que rompen con los estándares del diseño pulido. Aquí no se busca agradar por suavidad: se busca el impacto visual.
Todas las gafas se fabrican a mano en Italia, mediante un circuito corto entre concepto y ejecución. El acetato no se moldea, se esculpe; los acabados son crudos, a veces intencionadamente imperfectos. Los efectos de los materiales —brillos interrumpidos, relieves irregulares, densidades cambiantes— se convierten en marcas de identidad. La irregularidad no es una consecuencia del proceso artesanal: es su punto de partida. Kuboraum rechaza la esterilización industrial y eleva la imperfección a principio estético.
Para Kuboraum, las gafas no son ni un accesorio ni una corrección. Se conciben como máscaras —no para ocultar, sino para revelar—. Esta máscara no cubre el rostro: lo expresa. Explora ese espacio ambiguo entre lo que sentimos, lo que proyectamos y lo que los demás perciben. La montura actúa como interfaz, espejo parcial, filtro activo entre uno mismo y el mundo exterior.
Este principio fundacional atraviesa toda la filosofía de la marca. Cada modelo nace de una pregunta sobre la identidad, no de un encargo comercial. No se trata de embellecer ni de complacer un estilo, sino de encarnar una postura. Kuboraum crea piezas que reflejan tensiones internas, disonancias asumidas y afirmaciones silenciosas. Las gafas se convierte en lenguaje: no verbal, esculpido, intencionado.
Kuboraum no se limita a fabricar gafas: ha creado un ecosistema cultural alrededor de su estudio en Berlín. Ubicado en una antigua oficina de correos, el espacio funciona como una célula viva de experimentación artística. Exposiciones, performances, residencias: cada iniciativa sitúa a la marca dentro del circuito activo del arte contemporáneo, especialmente en eventos como el festival Berlin Atonal.
Esta dinámica va más allá del espacio físico. Kuboraum impulsa proyectos editoriales y colabora con figuras de la música experimental, el diseño y la moda. La colaboración con Junya Watanabe para Comme des Garçons o las instalaciones en Dover Street Market Tokyo refuerzan este enfoque curatorial. El objeto gafas nunca aparece aislado: forma parte de un lenguaje más amplio, de una escenografía estética y mental. Kuboraum no opera como una marca industrial, sino como una estructura artística independiente.
La identidad de Kuboraum se expresa sin marcas visibles. Ninguna montura lleva logotipo, inscripción ni distintivo reconocible. Esta ausencia no es una estrategia de marketing: es un principio. Cada pieza se identifica por su forma, su textura, su lenguaje visual. El diseño, por sí solo, tiene autoridad.
Esta postura rompe con los códigos del lujo dominante, donde el nombre suele imponerse al gesto creativo. Kuboraum recorre el camino inverso: silencio visual, desnudez formal, confianza en el objeto. La marca atrae a quienes no buscan pertenecer ni mostrar estatus. Lo que llevan no es un emblema social, sino una forma en la que se reconocen —sin necesidad de explicaciones.
Kuboraum nunca ha recurrido a la publicidad convencional. Sin campañas globales, sin colocaciones estratégicas. La marca se ha hecho visible únicamente por la fuerza de sus piezas: objetos visuales radicales, difundidos lentamente, elegidos sin intermediarios. Son los propios creadores, figuras al margen de los formatos dominantes, quienes las han adoptado.
Ai Weiwei, Marina Abramović, David Lynch, Elton John, Lady Gaga, Oprah Winfrey: todos han llevado Kuboraum sin acuerdos comerciales. No son embajadores, son portadores —autónomos, visibles, incompatibles entre sí. Lo que comparten es una lectura singular del objeto. Aquí, la gafa no es un símbolo de estatus, sino una prolongación de actitud. Kuboraum no busca un mercado objetivo: capta una tensión, la que existe entre el anonimato y la afirmación.
Kuboraum no sigue caminos trazados. No interpreta tendencias: habla una lengua propia, construida entre materia bruta y precisión artesanal, entre introspección y geometría. Cada montura no es un producto, sino un fragmento: una forma diseñada para resonar con un rostro, un estado, un silencio.
No es moda, ni es concepto. Es un diálogo mudo entre el objeto y quien lo lleva. Una gafa de Kuboraum nunca es funcional en el sentido restrictivo: es relacional, narrativa, situada. Ver de otra manera aquí significa llevar de otra manera —fuera de las normas, fuera de los signos previstos.
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